EL ESTILO EDUCATIVO DE JESÚS-MARÍA

 

EL TESTIMONIO PERSONAL COMO MEDIO EDUCATIVO: EL SER DEL EDUCADOR

 

Persona de fe


     Para Claudina Thévenet la mayor desgracia era el desconocimiento de Dios y de su plan de salvación. Educada en una familia cristiana, la fe le ayudo a interpretar los acontecimientos de la historia de su país, los de su familia y los suyos propios bajo un prisma creyente. Vivir en clave de fe cimentó su confianza en el ser humano, su serenidad ante lo irremediable, su entereza en las crisis. A través de las dolorosas impresiones que la guerra dejo en su sensibilidad, ella descubrió la energía de Cristo y del Evangelio. Y eligió la educación cristiana como medio para transmitir esta decisiva y radical experiencia.

     El educador que integra su acción en el proyecto educativo de Jesús-María entiende que la instrucción religiosa ocupara un lugar privilegiado en el currículo, que los valores evangélicos serán criterio de referencia moral y que la celebración sacramental y la oración tendrán espacios de aprendizaje y de experiencia. Ya sea en la clase de religión o en la catequesis, en la acción tutorial o en las actividades extraescolares y en los diverso contactos con los niños y jóvenes, el educador de Jesús-María ha de transmitir una visión del mundo y de la vida que les anime a abrirse a sus semejantes, al servicio del bien común, a trabajar por la utopía del Reino, por un mundo de hermanos.

 

Madurez-Calidad humana.

     El educador que Claudina nos descubre es una persona fuerte y valiente, dedicada activamente a la educación, sabiendo que en esta tarea se trabaja sin éxitos inmediatos, y que, por ello, debe renovar diariamente su entusiasmo y generosidad.

     Desarrolla en su mismo la cordialidad, la capacidad de amistad. Se adapta a los distintos grupos de edad procurando acoger a todos con interés y afecto. Es capaz de comprender el mundo de las personas a las que se dedica y comunicar esta comprensión con un lenguaje adecuado y significativo para ellos. En las diversas situaciones educativa a las que debe hacer frente, procura mantener la clama y un humor ecuánime.

     Se esfuerza por conjugar suavidad y firmeza en ese difícil, pero necesario equilibrio de fuerzas que requiere la ayuda efectiva a los demás.

 

Sencillez


     Al educador, al maestro queha de instruir, convencer, aconsejar con sus palabras, cuya imagen aparece ante sus discipulos como ejemplo de imitar, que le plantea el reto de la sencillez, de la humildad.

     Cultivar una conversación interesante y amena, natural y espontanea, desprovista de pedantería y palabras rebuscadas, libre de encogimiento y pusilanimidad; cuidar el aspecto exterior, los modales; tener detalles y atenciones evitando ser artificial; estar en el punto medio y no llamar la atención ni por exceso ni por defecto.

     La sencillez reviste de atractivo a quien la posee. Claudina Thévenet la practico de modo singular y formo a sus compañeras para cumplir sencillamente con su obligación sin esperar alabanzas o aprobaciones, tan solo por un principio de fe y responsabilidad.

 

Ilusión por la tarea educativa.


     Educar es instruir y formar a la vez. Exige esfuerzo, generosidad, constancia y convicción. Causa tensión y desgaste. Puede convertirse en aburrida rutina si se ejerce, tan solo, como exigencia de un contrato. Para el educador de Jesús-María, la educación es una tarea hermosa. La Fundadora la compara a la tarea de una madre que se preocupa por el bienestar material y espiritual de sus hijos. El educador que la vive como vocación personal, con talante alegre, proyecta su visión esperanzada de la vida y se dedica a ella con ilusión.

 

Responsabilidad-Formación permanente.


     Dos Providencias y dos Pensionados funcionaban ya cuando la legislación Civil reglamentó las Escuelas Primarias de niñas y los Centros de Enseñanza femenina de Segundo Grado y ordeno comprobar la competencia de las maestras. Claudina, en la madurez de su vida, no dudo en ponerse a estudiar y conseguir así una cualificación profesional. Aseguraba, con ello, el desarrollo y buen funcionamiento de su obra.

     La calidad educativa depende, en gran parte, de la preparación profesional del educador e implica una constante puesta al día. El educador, el maestro, ha de cuidar responsablemente e su propia formación, que supone, no solo la actualización de su titulación académica y el perfeccionamiento de sus conocimientos y técnicas pedagógicas, sino también el contacto con la realidad social y mundial.

 

Trabajo en equipo


     Cuando se desea mantener un único objetivo en medio de la diversidad de tareas, es necesario trabajar en equipo. Así se entendió desde los inicios de la Congregación, cuando esta eran tan solo, una asociación de jóvenes que habían tenido la idea de poner en común sus posibilidades personales. En Jesús-María, la tarea individual de cada educador se entiende desde una perspectiva grupal y se lleva a cabo gracias a una labor de equipo. El equipo educativo es cauce de ideas y proyectos, lugar de reflexión y evaluación, medio de ayuda mutua y colaboración.

 

 

 

EL ESPIRITU DE FAMILIA COMO AMBIENTE EDUCATIVO: EL HACER DEL EDUCADOR.

Paciencia y confianza


     La creencia en que el ser humano puede mejorar, si se ponen a su alcance unos medios dignos y adecuados, alimentó la ilusión de Claudina por la tierra educativa.

     El educador de Jesús-María cree en los jóvenes, en sus posibilidades de crecimiento, por mas deficientes que aparezcan en sus comportamientos. Sueña con un futuro feliz para cada uno; pero sabe que el tiempo, en educación, no corre parejo a las manecillas del reloj, y que “los castillos no se hacen en un día”. Espera, disculpa errores y fallos, mientras capta cualquier signo de progreso, por pequeño que parezca, y calora su significado en el proceso global de construcción de la persona. No presenta de golpe todas las cosas sino que plantea el objetivo a través de pequeñas metas, adaptadas a las necesidades de los jóvenes, y se esfuerza por suscitar el interés, oculto frecuentemente en su interior.

     Confianza y paciencia para no interferir en el ritmo individual del proceso educativo. Confianza y paciencia: entrega que el educador hace de su persona.

 

Atención a cada persona.


     Los documentos históricos ofrecen el testimonio de la atención personal que de dedicaba a cada una de las niñas acogidas en la Providencia. Con ese mismo sentido pedagógico, el educador de Jesús-María demuestra su interés y afecto por los jóvenes con gestos cotidianos: se hace presente, se interesa por sus necesidades y por sus problemas e intenta remediarlos.

 

Espíritu de familia.


     El testimonio de Claudina, de su decidida entrega a la juventud, marco su obra con un peculiar sello de familia: el de la sencillez y la acogida. “Era como la madre de muchos que se da a todos con la misma dedicación”. Procuraba que no les faltara nada, organizaba divertidas fiestas, estimulaba con sus consejos y recompensas. Quería que fueran felices.

     Un centro de Jesús-María ha de caracterizarse por ser un centro abierto, donde todos se sientan “en casa”. Ha de ser un lugar de encuentro para familias, jóvenes, educadores y amigos, en el que haya espacio para el dialogo y para la escucha, para la oración y para el trabajo, para los Sacramentos y para las celebraciones, para el silencio y para la fiesta... Una casa de Jesús-María ha de abrir también sus puertas a las necesidades de los demás, hacerse eco de las llamadas de la Iglesia y la sociedad en favor de los que sufren, participar en la vida y en los proyectos del entorno comunitario y local.

     El educador que hace suyo el estilo de Jesús-María comparte, en una comunidad educativa, este ambiente de cordialidad de confianza, de interés por los de cerca y por los de lejos, de entusiasmo por la tarea de la educación.